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Peter Omelchenko |
Hace unos días Peter Omelchenko me había escrito por mi
messenger para invitarme a presenciar el espectáculo musical que el
Washington Balalaika Society iba a presentar en el teatro F. Scott Fitzgerald del Centro Cívico de Rockville. Le agradecí la invitación y le dejé saber que el boleto ya lo había comprado porque seguía la página de ellos en Facebook.
Nunca había estado en este lugar y me cautivó las facilidades en forma de anfiteatro y su escenario, el cual es espectacular para presentar cualquier tipo de evento cultural-musical. Antiguamente, este centro era un sitio de reunión para discutir asuntos de la comunidad de Rockville, como muy bien dice su nombre. Pero al dejar de ser un sitio de reunión, se convirtió en un teatro que acoge una serie de eventos culturales para todas las edades.
Mi lugar de observación y apreciación de la música fue al lado de otro miembro de la prensa y de los ingenieros de sonido y luminotecnia. La noche aparentaba que iba a ser larga, pero la
Washington Balalaika Society Orchestra se aseguró que no luciera así y no me desilusionó en absoluto.
Las piezas escogidas me demostró que esta orquesta tenía un dominio
único y exquisito de cada una de ellas y que las mismas no estaban consagradas exclusivamente para una sinfónica u orquesta clásica.
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En primer plano se ve a Andrei Saveliev |
El presentador dio una breve historia de la orquesta, de los miembros que llevan tiempo en ella y sus nuevos miembros, entre ellos Peter Omelchenko. Incluso, pidió a cada grupo de instrumentos que los mostraran al momento de llamarlos por sus nombres; así conocimos como era una prima domra, una domra alto o tenor, una domra bajo, el gusli, los acordeones y bayan, la balalaika prima, la balalaika en segundo orden, la alta balalaika, la balalaika bajo y contra-bajo y los instrumentos de viento y percusión.
El concierto duró dos horas, incluyendo su pausa de 15 minutos, como es de costumbre. En la primera parte del concierto la orquesta nos deleitó con piezas de Schubert (
Marcha Militar) y de Gorodovskaya (
Russkiy Pereplyas). Inmediatamente, la balalaika principal fue interpretada por Aaron Mott, un chico de catorce años quien es el pupilo del gran Andrei Saveliev. Este chico interpretó con esplendor la pieza de B. Troyanovsky,
Jugar con la gaita. El público reventó con sus aplausos el auditorio al reconocer la grandeza interpretativa de este joven músico quien promete que va a ser uno de los interpretes más importante de la balalaika en la costa Noreste de los Estados Unidos.
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Amy Lochhaas |
De inmediato, la orquesta nos cautivó los sentidos con la interepretación de una pieza romántica ejecutada por Eugenia Tochenaya en la domra tenor y posteriormente Amy Lochhaas nos deleitó con su flauta dos piezas conmovedoras de V. Andreev (
Marcha del sentinela) y de Rachamaninoff (
Serenata).
Una vez terminada esta presentación, era el turno de Peter Omelchenko a quien el público ansiaba de escuchar. Peter nos embrujó con malabarismo digital en las cuerdas pulsadas de la prima dorma en un baile ruso del Lago de los Cisnes de P. Tchaikovsky y La Paloma de S. Iradier.
Al regresar del descanso, esta magnifica orquesta nos deleitó con una pieza conocida de Camile Saint-Saens, el Baile Macabro (Danse Macabre). Una vez terminada esta brillante interpretación tanto Claudia Dwass, en el bajo Domras, Zhenya Tochenaya y Patrick Fazzone, en la Domra primarias, nos embelezaron con piezas de A. Rubinstein y G. Cobb.
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Claudia Dwass |
Este concierto cerró con broche de oro con Andrei Saveliev al interpretar dos piezas de Trostiansky y Shalov. Ambas interpretaciones, a pesar de su dedo fracturado, nos dejaron con unas ansias de escuchar más de este interprete de la balalaika y reclamar, como corderos, de su poder el ser hechizados con la magia de su ejecutorias. Su lenguaje corporal demostró que ambas piezas habían sido interpretadas con una emoción o encatamiento que hubiera sido econocido por un músico profesional a lo lejos.
Este concierto fue un preámbulo de lo que escucharemos en los conciertos del verano en el
Mall en la Capital Federal y en otoño cuando la
Washington Balalaika Society Orchestra vuelva a invitarnos con su melodía rusa para embriagarnos musicalmente como si bebiéramos de la vodka elaborada con los mejores granos de la madre Rusia.
No dudo que en esa ocasión podremos observar personas de todas las edades apreciando el encanto de una música única y especial interpretada por una gran orquesta.
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Karen LaCrosee en el Gusli |
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