Desde que era chico la bicicleta era una de mis pasiones. Era mi medio para liberarme del yugo hogareño y sentirme libre para aventurar. Recuerdo que en Puerto Rico Riverview, Bayamón hasta la entrada del pueblo de Dorado recorriendo toda la costa En otras ocasiones nos metíamos en la Carretera Número 2 a seguir nuestras aventuras por urbanizaciones o áreas no muy atractivas. Ya de adulto, no me atrevía a correrla en Puerto Rico por la imprudencia de los conductores. Por eso, cuando la idea de mudarnos a los EE. UU. se había cuajado, mi primera compra iba a ser una bicicleta.
No había transcurrido un mes en Filadelfia cuando le dije a mi media naranja que quería visitar una tienda de bicicletas. No pasó una hora cuando ella me dijo, luego de estar sacando números y estar pensando mucho, que comprara la que me había gustado. Ya con la bicicleta en nuestro apartamento comencé a trazar rutas como un estratega militar. Empecé por los alrededores del Distrito de los Museos y a lo largo del río Schuylkill. En otras ocasiones, las cuales fueron varias, me iba a West Philadelphia y a University City a recorrer las calles y tomar fotografías.
Ya más adelante comencé a adentrarme a lo largo del Kelly Drive, Lincoln Drive y, posteriormente, a cruzar los diferentes barrios de Filadelfia. En esta ciudad del Amor Fraternal hay un área dedicada al ciclismo que se conoce el Schuylkill Trail y que va a lo largo de los barrios de Manayunk, Conshohocken, Norristown hasta Valley Forge; todos estos barrios los he cruzado en varias ocasiones al igual que la ribera del Río Delaware. Abajo una muestra de las bellezas de este trayecto que siempre me mantuvo cautivo.
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