Como he dicho en mis redes sociales, hace exactamente dos semana visité la ciudad de Nashville, Tennessee. Estaba como un niño en una juguetería o dulcería entusiasmado. El camino fue largo, manejamos alrededor de 10 horas con varias paradas para poder descansar y estirar las piernas.
Una vez llegamos al paraíso musical, mis sentidos se expandieron de forma inusual. Sentía como mis neuronas se activaban al máximo como esponja que absorbe el agua. Las luces en la calle Broadway y la música que se escuchaba de cada bar y que se podía presenciar desde la calle auguraba una experiencia única en mi vida que me hizo olvidar de todos mis pesares.
Cuando chico escuchaba a Johnny Cash y veía Nashville Network en los años ochenta. Una cosa es presenciarlo y escucharlo en una tocadisco o verlo en una pantalla y otra era escuchar esa música en vivo y por grupos que sonaban espectacular. Esta visita no solo fue de ir en barra en barra para escuchar música sino también tuvo su poquito de cultura al visitar varios museos.
Foto tomada por Jaime Riera |
Uno de esos fue el Country Music Hall of Fame Museum y RCA Studio B donde grandes artistas grabaron un sin número de éxitos. Sobre esta experiencia voy a hablar un poco en la introducción de mi episodio número 16 de Sarah Marie Hughes. El presenciar y ser testigo en admirar el sin número de instrumentos musicales, discos de oro y platino, la ropa flashy country y los afiches de música country que son unas bellas obras de arte gráfica.
Foto tomada por Jaime Riera |
Otros de los sitios que visitamos, altamente recomendado por Manolo Matos, fue el Ryman Auditorium. El pasear por los camerinos, escuchar las historias ocurridas ahí, el pisar el escenario mismo y soltar algunos acordes con una guitarra sin una de sus cuerdas y continuar viendo y leyendo descripciones de guitarras y banjos fue algo indescriptible.
Para cerrar el círculo en el buckle belt de los estados sureños en música, me resta visitar Memphis y su famosa Calle Beale.
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