Sunday, January 7, 2018

The Roots - el concierto

A pesar de todas las diligencias que hice para poder obtener un pase de prensa, la tarea se me hizo dificultosa. Inundé las redes y tagueando a The Roots para poder llevar mi cámara profesional sin resultado alguno. Escribí a tout le monde en Twitter, Facebook con solicitudes indicando que quería platicar con la persona encargada de manejar las giras de ellos. El resultado, como con Dhani Harrison, fue el mismo silencio absoluto que he recibido en otras ocasiones. En una página de fotografos leí que para que esto pudiera ocurrir como una combustión espontanea, tenía que tener en las redes una especie de portfolio fotografico de las fotos que he tomado de bandas locales. Eso lo pienso hacer y colocarlas en mi cuenta de Instagram y en mi página de www.musicin2flavors.com Vamos a ver si la suerte cambia.

Como sabrán, el concierto de The Roots fue el 28 de diciembre de 2017. Iba con una ilusión increíble. Tenía entrada de pase rápido y empecé a buscar un sitio donde podría tomar fotos con mi lente Sony sin ninguna dificultad. Al saber que era un espectáculo lleno, no decidí quedarme cerca de la tarima. Detesto estar encerrado en espacios en donde ni tan siquiera puedes respirar, y créanme, el espacio entre las personas era bien limitado; a veces el complejo de Seinfeld resurface en mi persona.  Si quieren ver lo atestado que estaba este sition, para muestra un botón basta. Me ubiqué en un espacio en la segunda planta en donde no había reservaciones, si me quería sentar tenía que pagar $60 USD. Ni un centavo más iba a gastar.


Mi sorpresa fue grata al escuchar la banda que hizo la apertura del concierto, Junk Yard Band. La banda fue increíble, su música fue espectacular y fascinante y la interacción con el público fue increíble. Pude notar que ellos realmente eran una banda local. Presagiaba que iba a ser una gran noche, incluso cuando vi a Questlove escondido detrás de los controles de sonido tomando vídeos de ellos.

Terminado este espectáculo de unos 30 minutos, tuvimos que esperar como unos quince para que organizaran todo en el escenario. Mi óptica de The Roots como una banda de Filadelfia que toca en el Tonight Show iba a cambiar drasticamente esa noche. No iba a ver esa banda de gente bien vestida y con un ritmo único. El sonido de la banda apenas se podía distinguir, la tuba apenas se escuchaba, la guitarra ni les cuento. En ocasiones la batería sonaba de forma aceptable y la voz de  Dark Thought se escuchaba clara en varias ocasiones. No soy un conocedor en su totalidad de la música de ellos, pero esperaba que mejorara el sonido para poder disfrutar. La presencia escénica de la banda en parte fue aceptable, en especial la de Mark Kelley, Captain Kirk Douglas y el que tocaba el Tuba.

Cuando Dark Thought presentó al que tocaba la tuba y a Mark Kelley, hubo salpicaduras de jazz y heavy metal que me fascinaron. Este fue mi highlight de la noche con The Roots. Una vez acabado esta buena musica, a Dark Thought se le ocurre presentar a un individuo que estaba pegado todo el tiempo a la consola como si fuera un DJ; bueno, era un DJ sin ningún ritmo corporal, algo parecido al baile de Elaine Benes. De repente este rubio me trajo a la memoria aquella película White Man Can't Jump. Sus movimientos rítmicos no tenían sincronización alguna, eran mas bien forzados. Este DJ estuvo por media hora haciendo ruidos como si estuviera en una discoteca de Europa bailando bacalao en los años ochenta; así de estrepitoso era en sonido. Cuando pensaba que se había acabado, venía otra vez el muchacho con una retahíla de sonidos de percusión electrónico sin fin. No les niego que estuve a punto de tomar mis bártulos (abrigo) y salir corriendo del Filmore pero decidí quedarme esperanzado que todo iba a cambiar.

Una vez finalizado este estruendo de sonidos sin ton ni son, sale nuevamente The Roots y yo preparo el lente para tomar fotos. Otra sorpresa de la noche, no anunciada por ningún lado, fue la invitación al escenario de un individuo a cantar con la banda mientras Dark Thought se sentaba atrás en el escenario para admirar a este vocalista, que lo más que hizo fue tirar alaridos y caminar de un lado al otro del escenario sin mirar al público. Si me preguntan quien fue este individuo, ni idea. Solo les puedo decir que por esos 10 minutos de su primera canción, porque cantó más de una, deseaba a los dioses que mandaran un rayo de luz e iluminara el escenario con algo que fuera presentable. Fue en ese mismo instante cuando salió este vocalista, por mi desconocido, que la gente perdió la razón; los pitillos de marihuana comenzaron a encenderse por hipsters blancos, los bailes sexuales y hasta cierto acto de total bacanal por unos asiáticos cerca de mi campo visual- me maravillo que yo me sorprenda con esta descripción porque yo no me caracterizo por ser pudoroso - no me permitía disfrutar de esta ecuación musical; y creánme, que hasta el momento de este espectáculo era más un problema de geometría, que siempre detesté, que uno de trigonometría.

Ya cuando veía que el vocalista, que no era parte de la banda, continuaba con su saete de hip-hop que no se entendía y que no apaciguaba mi sed por escuchar a The Roots, decidí tomar mi abrigo y retirarme cuan Hernán Cortés bajo el árbol de la noche triste. Este sería el debut y despedida a mi asistencia a otro concierto de The Roots por buen tiempo. La caminata a mi apartamento fue como la del derrotado soldado de Napoleón al retirarse en el 1812 de Rusia bajo un viento helado (realmente frío) y bajo la tenue luz de las farolas de la calle acompañándome en la soledad de mi fracaso musical.

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