Luego de que la semana pasada terminara en un colapso total de una serie de planes, de que la Fortuna volviera, con su despiadada bofetada, me tumbara al piso y me hiciera sentir que no tenía valor alguno, tuve que recoger fuerzas de dónde no tenía y levantarme. Ese decir de Michelle Obama de que when they go low, we go high resonaba en mi mente pero no me ayudaba para nada. Eran palabras huecas dichas por una persona desde una posición de privilegio. Ese ha sido siempre mi vida, no estar en posición de privilegio alguno.
Pero dentro de todo este pesimismo, seguía en mi mente el poder lograr otro episodio para mi podcast. El detalle es que no encontraba fuerzas ni forma de crear un episodio. No me sentía inspirado. Mi moral fue ciertamente herida mortalmente y lo único que me pasaba por la mente era coger mis bártulos y largarme a buscar fortuna sin dinero alguno a otro país.
Foto tomada por mí, aunque usted no lo crea. |
No obstante, ayer me decidí buscar sanar las heridas producidas por una supremacista blanca y comenzar a la faena de buscar empleo mientras escuchaba podcasts. Empecé por el de mi gran amigo, Manolo Matos de Cucubano http://www.cucubanopod.com/ y luego terminé escuchando a Rita Moreno en Marc Maron, http://www.wtfpod.com/. Las heridas, a pesar de que fueron profundas, sentía un alivio, pasajero, pero lo sentía.
Una de las cualidades de la música es que sana heridas, aunque toma su tiempo en cicatrizar y no dejar marcas, pero las sufridas hace una semana dejarán una cicatriz imborrable y luego de escuchar al POTUS, más profundas son. Pero no empece a esto decidí, a súplicas de Pichurri, agarrar la guitarra y empecé a tocar. Llevo varios meses memorizando valses clásicos y cada vez que los toco, Pichurri me pide atención y la subo al sofá y ella se acuesta a mi lado. Ayer no fue la excepción, toqué varios valses y entre ellos uno de Carulli y luego otro de Galegari. Ella estaba en éxtasis y yo me sentía bien; entonces me dio por crear una composición romántica y suave la cual ella, gustosamente, cambió de posición y comenzó a roncar. No niego que la grabé y a lo mejor la subo algún día para deleite de ustedes. Fue varios intentos de lograr la perfección de los acordes, y lo que descubrí fue que con los acordes más sencillos, se crea la mejor música.
Así es la música, como el alcohol, embriagante y necesario para dejar de pensar en el dolor causado por extraños.