Quien hubiera imaginado que el haberme mudado a los Estados Unidos mis recorridos a los distintos lugares de trabajo fuera en transportación pública. Hace una semana jamás imaginé que estaría viajando en autobús todos los días de mi hogar al trabajo y viceversa.
La travesía en el Ride-On es corta, no pasa de los veinte minutos a mi nuevo centro de trabajo. En los primeros días estuve recordando mi casi un año cuando iba de la Universidad de Puerto Rico a mi casa en Toa Baja. Un viaje de más de una hora de camino por lo lento y demacrado que estaba el sistema de autobús para esa época; el cual no debe de haber cambiado mucho. En ese viaje tan largo leía bastante y me entretenía con mi Walkman en escuchar mi música en el cassette. Recuerdo que mis incursiones a Bookstore en el Viejo San Juan era para comprar cassettes de música clásica a $5.00 cada uno de la casa disquera Deutsche Grammophon. En esos viajes busísticos conocí por vez primera la música barroca.
Pues estos viajes actuales me han traído aquellos recuerdos empolvados y guardados en algún lugar de mi caja negra. Jamás pensé que me acordaría de ellos o que los volvería a revivir. En este nuevo trayecto laboral me doy la oportunidad de re-escuchar mi podcast, conocer las flaquezas del mismo y reinventar nuevos episodios con acercamiento distintos y únicos para cada uno de ellos. Este corto trayecto en autobús me permite soñar, leer sobre música (aunque sea unas pocas páginas) e idear nuevas entrevistas; una de ellas las subiré la semana que viene.
Algún momento en el futuro, revisitaré este blog para recordar lo que mi memoria haya borrado. A lo mejor, ya viejo y artrítico, visitaré estas líneas en un papel impreso rumbo a la universidad en un autobús, con un rumbo establecido para escuchar a los jóvenes tocar música con los instrumentos de ese momento o escuchar a un profesor impartir cátedra de como en estos tiempos se deleitaba a una audiencia con un instrumento musical hecho de madera y cuerdas. A lo mejor, en ese autobús "musical" quede el recuerdo vago de mis aventuras neurológicas por una partitura sin tocar o por una canción de blues sin haber tocado. A lo mejor...