Hace un tiempo que mi página de Facebook ha cambiado. He ido borrando o eliminando personas de la misma profesión de la cual estoy rehuyendo y aceptando otras cuyos intereses son más afines con los míos: la música. Incluso, muchos de mis invitados al podcast son nuevas amistades que he incluido; como es el caso de Frank Cassel conocido como Banjo Man, es una de ellas y es el responsable que quiera tocar el banjo.
Hace unos días, él compartió en su pérfil de Facebook un evento en Singer's Glen House Concert a efectuarse el 27 de mayo del corriente. Era pura música de bluegrass con los máximos exponentes de este género entre ellos Akira Otsuka en la mandolina, Eddie Adcock en el banjo y guitarra acústica, Tom Gray en el bajo y Martha Adcock vocalista y guitarra. El que me siga en mi podcast y en mi cuenta en Twitter sabe que me siento comprometido con la música popular de todas partes del Mundo.
Yo no tenía idea de lo que iba a encontrar en este sitio, como siempre pasa cuando me voy en un viaje musical exploratorio por mi cuenta. Cuando llegué, me senté al frente del escenario en un patio inmenso teniendo de fondo una frondosa arboleda. Al rato, una amable señora me informó que el concierto iba a ser en el interior de la casa porque el clima no era el mejor. Así que me moví al interior de una casa de madera con base en ladrillos de dos niveles. Al entrar al gran salón me topé con que no había asiento alguno y solté todo mi equipo fotográfico debajo de una mesa y me preparé para el concierto. Había alrededor de veinte y pico de personas sentadas y mirándome como ente extraño que visitaba por primera vez una comuna hippie.
Al echar un vistazo vi de inmediato la silueta de Frank a quien le agradó verme. Frank es una persona dulce y que vive de la música, literal y econó-micamente. Platicamos un rato y él estaba pendiente a que me sintiera cómodo. Frank es un gran tipo y le he tomado un aprecio muy especial. Ha estado en dos ocasiones en mi podcast y en cierta medida me siento obligado ante él por haberme dirigido a un mundo musical distinto al que estaba acostumbrado a escuchar en Puerto Rico y en otras partes de los EE UU donde he vidido. Aquí les incluyo el enlace para el segundo episodio grabado con Frank: http://us.ivoox.com/es/25808201.
Al rato de haber preparado todo mi equipo fotográfico y preparar, de forma lineal, mi lentes, vi pasar a una figura que lucía endeble con un bulto de oxígeno, era Eddie Adcock acompañado de su esposa, Martha. Una vez él ocupó su asiento, procedió a hacer chistes y burlarse cariñosamente de Akira Otsuka y de cuánto tiempo le tomó aprender a pronunciar su apellido; Akira vino de Japón con un grupo de bluegrass a los Estados Unidos y decidió quedarse. Si quiere saber más sobre la historia del bluegrass en otros lares, escuche este episodio de mi podcast: http://us.ivoox.com/es/23853675. El no vive en el area Metro de Washington DC. A pesar de haber nacido en Virgi
nia, su residencia es en Tennessee, como podrán notar en su gorra, la "T" del equipo de fútbol americano de Tennessee.
Eddie nos contó de todas las vicisitudes de salud por las que él pasó: tres cirugías en el cerebro, vertebras rotas tras un accidente y pulmones colapsados debido a que era un fumador pasivo. Pero con todo esto males que aquejaban a su cuerpo, Eddie, Martha, Akira y Tom no dejaron de impresionar a los presentes con su estilo único al interpretar la música de los rednecks o hillbilies. Los 4 demostraron un dominio de cada uno de sus instrumentos y ninguno opacó el sonido del otro. La armonía y el timbre del banjo, la mandolina, la guitarra y el bajo retumbaron en la casa de Glen. Actuaron como formula química maravillosa produciendo explosiones de risas, aplausos, nostalgia y de mi parte aprecio por disfrutar gráfica y auditivamente de un espectáculo de 4 individuos apocalípticos quien corría por los cielos surcando pentagramas musicales como si fuera la última vez que tocaran juntos.
En un interludio de descanso, porque Eddie se cansa rápidamente, tomamos unos refrigerios y yo platiqué con el hijo de Tom quien me dijo que Eddie seguía siendo un interprete del banjo maravilloso pero no como en antes a raíz de todas sus adolencias. Ya me había dado cuenta que su movilidad en el banjo era lenta y no tan versátil como hubiera querido ser testigo. Pero no podía exigir tanto de una persona que había pasado por tanto contratiempos de salud; mucho estaba logrando en el banjo y desde mi óptica era un virtuoso. Cuando convives con alguien que trabaja en un hospital de rehabilitación de personas con problemas de salud mental, en todas sus facetas, tu exigencias musicales se atenúan a las circunstancias y te haces más sensible. Lo único que lamento es que no hubiera conocido a Eddie antes de sus dolencias.
La velada vespertina fue fabulosa, desde mi posición no podía escuchar los títulos de cada una de las canciones, pero la voces de Martha, Eddie, Akira y Tom se escuchaban por encima de sus instrumentos. No hacía falta amplificadores. Los aplausos no cesaban y el reconocimiento de estas estrellas del Bluegrass Hall of Fame brillaron en una tarde nublada y de llovizna que limpiaban el alma de aquel que necesitase desintoxicarse de los malos tratos de la semana anterior.
Espero que estas fotos evidencien lo bien que lo pasé y que esta no sea la única sino una de muchas tantas visitas a este encuentro íntimo musical. Quiero aclarar que estas son una muestra de las muchas fotos que he tomado con una de las cámaras, las otras fotos sobrepasan las 200 imágenes y requieren un examen minucioso de las mejores como Rose Hartman haría de manera rabiosa y compulsiva con las fotos tomadas en el Studio 54.
Al rato de haber preparado todo mi equipo fotográfico y preparar, de forma lineal, mi lentes, vi pasar a una figura que lucía endeble con un bulto de oxígeno, era Eddie Adcock acompañado de su esposa, Martha. Una vez él ocupó su asiento, procedió a hacer chistes y burlarse cariñosamente de Akira Otsuka y de cuánto tiempo le tomó aprender a pronunciar su apellido; Akira vino de Japón con un grupo de bluegrass a los Estados Unidos y decidió quedarse. Si quiere saber más sobre la historia del bluegrass en otros lares, escuche este episodio de mi podcast: http://us.ivoox.com/es/23853675. El no vive en el area Metro de Washington DC. A pesar de haber nacido en Virgi
nia, su residencia es en Tennessee, como podrán notar en su gorra, la "T" del equipo de fútbol americano de Tennessee.
Eddie nos contó de todas las vicisitudes de salud por las que él pasó: tres cirugías en el cerebro, vertebras rotas tras un accidente y pulmones colapsados debido a que era un fumador pasivo. Pero con todo esto males que aquejaban a su cuerpo, Eddie, Martha, Akira y Tom no dejaron de impresionar a los presentes con su estilo único al interpretar la música de los rednecks o hillbilies. Los 4 demostraron un dominio de cada uno de sus instrumentos y ninguno opacó el sonido del otro. La armonía y el timbre del banjo, la mandolina, la guitarra y el bajo retumbaron en la casa de Glen. Actuaron como formula química maravillosa produciendo explosiones de risas, aplausos, nostalgia y de mi parte aprecio por disfrutar gráfica y auditivamente de un espectáculo de 4 individuos apocalípticos quien corría por los cielos surcando pentagramas musicales como si fuera la última vez que tocaran juntos.
En un interludio de descanso, porque Eddie se cansa rápidamente, tomamos unos refrigerios y yo platiqué con el hijo de Tom quien me dijo que Eddie seguía siendo un interprete del banjo maravilloso pero no como en antes a raíz de todas sus adolencias. Ya me había dado cuenta que su movilidad en el banjo era lenta y no tan versátil como hubiera querido ser testigo. Pero no podía exigir tanto de una persona que había pasado por tanto contratiempos de salud; mucho estaba logrando en el banjo y desde mi óptica era un virtuoso. Cuando convives con alguien que trabaja en un hospital de rehabilitación de personas con problemas de salud mental, en todas sus facetas, tu exigencias musicales se atenúan a las circunstancias y te haces más sensible. Lo único que lamento es que no hubiera conocido a Eddie antes de sus dolencias.
La velada vespertina fue fabulosa, desde mi posición no podía escuchar los títulos de cada una de las canciones, pero la voces de Martha, Eddie, Akira y Tom se escuchaban por encima de sus instrumentos. No hacía falta amplificadores. Los aplausos no cesaban y el reconocimiento de estas estrellas del Bluegrass Hall of Fame brillaron en una tarde nublada y de llovizna que limpiaban el alma de aquel que necesitase desintoxicarse de los malos tratos de la semana anterior.
Espero que estas fotos evidencien lo bien que lo pasé y que esta no sea la única sino una de muchas tantas visitas a este encuentro íntimo musical. Quiero aclarar que estas son una muestra de las muchas fotos que he tomado con una de las cámaras, las otras fotos sobrepasan las 200 imágenes y requieren un examen minucioso de las mejores como Rose Hartman haría de manera rabiosa y compulsiva con las fotos tomadas en el Studio 54.